Las encuestas son un arma de dos filos.
Sobre todo cuando alguien las hace a modo para que, poniendo los números que le agradan o le favorecen, piense que el resultado es cierto, lo que deviene en su caída.
En época de elecciones, las encuestas son cada vez más utilizadas por los partidos políticos y los candidatos para ver las posibilidades de triunfo.
Sin embargo, ya hay una perversión en ellas: Usando nombres de empresas, aparentemente objetivas y neutrales, los candidatos difunden resultados en los que aparecen muy bien posicionados con respecto a sus adversarios,… aunque esto no sea cierto.
Se puede probar la eficacia que tienen estas acciones para influir en la colectividad para que se empiece a correr la voz de que “Ya ganamos”.
Aún así, cuando se ponen cifras demasiado alejadas de la realidad, la ciudadanía pensante se da cuenta del fraude y profundiza en los resultados.
Para que una encuesta sobre los resultados de una elección sea confiable hay consideraciones que no pueden pasarse por alto:
Las encuestas marcan tendencias. No son un resultado definitivo.
Son una Fotografía del momento que puede cambiar radicalmente. Las cosas que hoy son ciertas, mañana puede que no lo sean.
Esto pasó en las elecciones a Presidente de España en 2004, en donde se veía una clara tendencia para que el Partido Popular ganara la contienda. Un terrible atentado en la estación de Atocha cambió lo resultados a unos días de la elección y ganó el partido opositor, con Rodríguez Zapatero a la cabeza.
En la metodología, tenemos varios elementos a considerar. A manera enunciativa son:
Tamaño de la Muestra. Debemos saber el número de personas que participan para que esta sea representativa en número. Una encuesta para valorar las tendencias de un candidato a presidente de la mesa directiva de una escuela, no puede ser igual en número a la aplicada para un presidente municipal, Gobernador o presidente de la república.
Lugar. Exagerando, ¿Qué pasaría si realizamos una encuesta sobre las próximas elecciones en Irán… y la hacemos en México?
Las encuestas deben realizarse a personas que representen el sentir de la sociedad y no elegir un lugar repleto de simpatizantes del que se desea resulte ganador. Si se realiza la encuesta en un salón en donde todos los asistentes son miembros del propio partido político, los resultados de ella no son quien va a ganar, sino que simpatía tiene el candidato con su propio partido.
Oportunidad. Se requiere que sea realizada en un momento en que exista cierto nivel de objetividad. Sería absurdo sacar conclusiones de una encuesta cuando el candidato acaba de cometer un grave tropiezo o su actividad que acaba de hacer, tuvo impacto en muchas personas, pero no sea determinante en el largo plazo.
Las Preguntas. Hay preguntas abiertas, cerradas… y tendenciosas. Por supuesto que no es lo mismo preguntar ¿Por quién votarás para gobernador de Veracruz en el 2010?, que preguntar ¿A cuál de estos candidatos elijes para gobernar Veracruz? Y dar los nombres de Dante, Fidel o Yunes. Mientras más información se da, más se distorsiona la encuesta pues, en el primer caso, la respuesta requiere que el ciudadano ya sepa quienes son los contendientes y, en el segundo, las opciones son demasiado específicas y el encuestado puede dar una respuesta distinta, que si no supiera quienes son los candidatos.
En este tema, también es muy diferente que se pregunte ¿Porqué partido votarás? A decir ¿Por cuál de estas personas votarás? La gente puede dar respuestas distintas a un partido que a un candidato.
Influencia de otros eventos. Muy ligado a la oportunidad, se encuentra la influencia de otras actividades o eventos coincidentes. No son lo mismo los resultados de un candidato a diputado Federal en las elecciones intermedias –es decir, en las que sólo se vota por Diputados Federales- a los resultados cuando hay elecciones de Presidente de la República, Senadores y Diputados. Ya lo hemos vivido recientemente, cuando se tuvieron las elecciones por Vicente Fox y su impacto, en ese momento, a favor de Senadores y Diputados.
El partido en el poder. Aunque muchas personas pueden alinear su voto a su simpatía del partido en el poder, muchas otras saben que el candidato tiene su trayectoria personal, buena o mala, y no debe considerar lo que está haciendo el gobernante en turno,… a menos de que el candidato haya sido impuesto por él porque, lo bueno o lo malo, también influirá en el posible nuevo gobernante.
Finalmente, la metodología debe ser conocida por la ciudadanía, para saber si se hizo de manera impecable en cuanto a su redacción, objetividad, circunstancia, etc…
Y, en la medida de lo posible, en el momento crucial y definitivo. La mejor encuesta es la que esté más cerca del evento pues, cuando faltan muchos meses para una elección, por ejemplo, los resultados pueden ir cambiando de manera permanente.
Pero los partidos no siempre toman en cuenta las encuestas:
Recordemos que Buganza estaba mejor posicionado que Yunes para la Gubernatura, y no es el candidato.
Y no todas las encuestas reflejan la “película” de logros más recientes:
Recordemos que Dante Delgado tuvo más de un millón de votos para Senador en el 2006, siendo el primer Senador que desbanca al PRI de la titularidad en 80 años de esa posición y que hoy no hay Senador veracruzano del PRI, y sin embargo hay personas que piensan que no tiene oportunidad, como las había en el 2006… ¡Y ganó!
Por ello, no tomes como definitivo todo lo que ahora escuchas. Pregúntate: ¿De quien viene? ¿Cómo se hizo? ¿En donde se hizo? ¿Cuándo se hizo?...
Porque, la mejor encuesta ¡ Es la del día de la elección!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario